18:45. Esa es la hora a la que fuimos citados uno de los días mas grande de nuestro conjunto caletero, el día de la boda de nuestro presidente.
Antes de esta hora, viene clásicos momentos de tensión como: “joder con el nudo
de la corbata”, “Ay! Que se me arruga la camisa”,”Cari, en cinco minutos estoy lista”.
Para relajar tensiones algunos decidimos ir a refrescarnos un poco antes de
coger camino para el gran acontecimiento.
Algunos se decidieron por el calibre
clásico mientras que otros apostaron por un calibre mayor. Aquí los nervios se
relajan un poco, pero sabemos muy bien lo que viene más tarde. Tras varios brindis, piropos y risas llega el
momento.
Nuestro transporte hace acto de presencia y los integrantes nos
preparamos para el viaje que concluirá con el desembarco de las tropas en la
zona Cero. Tras casi dejar en tierra a tres compañeros, finalmente con algo de
retraso, nos pusimos en marcha. En este momento los nervios vuelven a aumentar.
Piensas en el traje de ella, en el de él, en quien será el primer integrante
que caiga…
Llegamos a la hacienda Los Miradores, no sin antes chocar el
bus con la puerta de la hacienda, y tras atravesar un túnel, todo cubierto por
plantas, y subir unas escaleras llegamos a la zona de la ceremonia.
Ya llega ese momento
del que tanto se ha hablado en estos meses. Es el momento del compromiso. Allí aparece
el eterno presidente para dirigirse a su asiento.
Tras unos minutos de espera
aparece la novia.
Miran a su alrededor y
observan a todos los que les rodean: Amigos, familiares… todo el mundo está
allí para verlos a ellos, para celebrar a su lado uno de los momentos más
bonitos en la vida del ser humano.
Tras diversas intervenciones de familiares y amigos, nuestro
vicepresidente lee unas palabras a la feliz pareja. Dedicó unas emotivas palabras
a los novios, recordando grandes vivencias y sentimientos compartidos entre
ellos. Tras varias lecturas más se confirma el éxito de la misión para la que
fuimos convocados: Ya son Marido y Mujer!!
Se acabaron los nervios y la tensión. La misión ha sido un
éxito y ahora solo queda celebrarla como se sabe. Con un gran banquete. En
estos momentos, la novia recibe la mayor cantidad de besos por minutos de toda
su vida y el traje del novio empieza a arrugarse entre tantísimos abrazos. Pero
ya todo da igual, ya están casados.
El banquete siempre es distinto allá donde vayas, pero la
estrategia siempre es la misma. Hay que buscar el mejor punto estratégico de la
zona. Quieres sombra y localización visual de los camareros que pasan con la
comida y la bebida. Hacemos el clásico pasillo al camarero forzándole a recorrerlo,
varios intentos de camelarte al camareros para que siempre venga a ti, si ves
algo apetitoso no vas a esperar a que llegue. Bebimos mucha cerveza y comimos
casi de todo. Jamón, caña de lomo, abodo, dátiles con beicon, pinchitos de
langostino, pinchitos de ternera, croquetas de salmorejo, salmorejo de fresa,
delicias de salmo, canapés de queso, pisto y más cosas que no recuerdo…
Luego ya pasamos a la zona de las mesas para seguir
degustando el menú elegido por los novios. Primero cada mesa celebraba su
particular brindis por los novios, intentando ser la mesa que más se escuche en
la sala y la gente diga: “eso son los que lo parten…” La comida es un manjar:
Crepes de salmón para empezar y solomillo buey para terminar. Todo esto
acompañado de los clásicos paseos por las mesas para enterarte de que se cuece
por cada una de ella. Tomamos el postre, tulipa de helado de turrón y ya poco
más queda por hacer en esta zona.
A continuación sorprendían a los novios con un par de
videos, y posteriormente realizaban su primer baile como recién casados. En
este momento empezaba la barra libre. Esta es una etapa clásica de las bodas en
la que la gente se desinhibe y empiezan a calentar el pico.
Se dan grandes
momentos de bailes y lo más importante, muchas risas. La gente se divierte, se
lo pasa bien, está feliz. Y si encima
les pones una cámara y cosas para disfrazarse se dan situaciones como las que
os mostramos.
Pasan las horas y allí seguíamos… Hasta cuándo? Hasta que el cuerpo aguante. Iba siendo hora
de reponer un poco de fuerza con pasteles, montaditos y algún que otro plato de
papas con huevo. Y sin darnos cuenta
siquiera, salía el sol. Mientras esperábamos a que el autobús volviera para dar
el último viaje, continuábamos la fiesta los presentes. Algunos nos poníamos a
cantar, otros a descansar y otros a otra cosa.
Ya llegó el bus y volvimos a Sevilla, a la rotonda donde
todo empezó. Algunos decidieron irse a sus casas, otros a desayunar… Esto ya ponía
el punto y final a este gran día.
Desde aquí poco más que contar. Así que no hay mejor modo de
terminar que con un clásico:
VIVAN LOS NOVIOS!!!!
Sergio Dragón.
PD: a medida que vaya recibiendo mas fotos las iré
incluyendo.