Lo que se ve al fondo es la isla de Lokrum, conquistada por Napoleón en su día y donde estan todos lokrísimos. Allí en la isla firmamos varios autógrafos a turistas despistados que nos confundieron con suplentes argentinos, pero les aclaramos al unísono que éramos anadaluces y que nos encontrábamos en la gira sexual caletera por el adriático.
También visitamos la peluquería del padre de Jarni y el parque donde Prosinecki aprendio a regatear esquivando ardillas. El último día nos quedamos sin dinero y nos pusimos a pedir cantando el himno caletero en la plaza principal, pero realmente no nos dieron ni un carajo. Aún así el sentimiento perduró.


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