domingo, 29 de mayo de 2022

DIARIO DE UN TriCATLETA. IRONMAN LANZAROTE. “YOU ARE AN IRONMAN!!”

Tras años de espera, tras haberme inscrito en diciembre de 2019, por fin llegó mi día, por fin llegó el IRONMAN de Lanzarote, me iniciaba en esta distancia (3,8km a nado + 180 km en bici + 42,2 km a pie)  en el que está considerado como uno de los más duros del mundo, y estaba preparado para ello. 


Llegué a Lanzarote a duras penas. El viaje empezaba mal, justo antes de salir me di cuenta que no tenía cartera, que la había perdido, a 3h de vuelo, sin documentación, y no sabía si podría volar. Por suerte caí en la cuenta que en mi coche tenía un carnet de conducir en vigor y al ser vuelo nacional “estaba salvado”

Ya en la isla, los días previos fueron pasando rápido. Mi cuerpo estaba nervioso, mi mente también pero con la sensación de haber hecho bien los deberes, de estar preparado, pero el reto impone y los nervios no se van. Por suerte estoy bien rodeado, no fue toda mi familia, pero todos los que fueron son de mi familia. Ellos me acompañaban, Nati y los niños me daban la paz que necesitaba, Rubén y Manolo, (los otros dos IRONMAN) los consejos que necesitaba y todos los demás me transmitían fuerza y compañía. No me puedo imaginar cómo sería hacerlo sólo, tampoco merecería la pena. 

Sin darme cuenta, tras algunos días de toma de contacto con las cristalinas aguas del océano y las rectas interminables del asfalto con vientos superando los 30km/h, llegó el viernes un día muy especial mi IRONKID Óscar, con el dorsal 158 se enfrentaba a su prueba: un aquatlón de una distancia más que considerable para sus 8 años de edad (250m a pie + 100m a nado en aguas abiertas + 250m a pie) los nervios me recorrían de arriba a abajo, las lágrimas a punto, el ambientazo en la playa de Matagorda era el de las grandes ocasiones. Dan la salida y Óscar comienza a correr tras haber recibido las indicaciones de los jueces y organizadores, como padre la boya de giro en el agua la veo muy muy lejos, el pequeño completa su primera vuelta a pie se quita los zapatos, se coloca sus gafas y al agua. Entre una veintena de pequeños se meten a nadar, es su primera vez nadando en agua abiertas y lo clava, se lo toma como un juego, que es lo que es. Lo hace perfecto y consigue virar y volver de nuevo a la playa. Fuera gafas y gorro, de nuevo zapatillas y a correr. Mi pequeño había completado su IRONKIDS y me había dado una lección de coraje y me había llenado de orgullo, no puedo evitar llorar. En nuestro grupo venían tres enormes campeones que vencían sus miedos al enfrentarse a sus respectivas y proporcionales distancias, mi enhorabuena a los tres, Mario (6 años) Oscar (8 años) y Rubén (13 años).


Tras las emociones, era el momento de irse a casa a descansar para el gran día, pero el destino me tenía preparado otra sorpresa. Una vez en casa, descansando y preparando el equipo para el día siguiente, una llamada me dice que Julia, mi pequeña se había caído en la piscina y había que ir a cogerle puntos en la barbilla, en fin, nervios no, lo siguiente, por suerte no fue nada, poca cosa y ella estaba bien. Por fin podía preparar todo y descansar. 


Sábado 5:00 de la mañana, toca desayuno, nada fuera de lo habitual 0 inventos. Óscar me escribe en el antebrazo “ANIMO PAPÁ, TÚ PUEDES” y lo firmaron los dos Óscar y Julia. Sin duda ese iba a ser mi talismán, el cual miraría más de cien veces a lo largo del día. A la 6:00 todo jiñado me voy con Rubén y Manolo a la zona de boxes toca preparar y revisar todo el equipo, todo está en su sitio, la hora H se acerca, veo y saludo a los míos. Un último achuchón antes de empezar, besos a todos y todas, abrazos, nervios fuera, busco un WC púbico soltamos lastre (Rubén eres una máquina). Nos vamos a la playa al cajón de salida. Uff, más de 1300 triatletas allí y la emoción me empaña las gafas (ya me lo dijeron). A las 7:00 en punto salen los PRO y poco a poco con la salida escalonada de 10 en 10 me toca, en ese momento se acaban mis nervios empezaba mi IRONMAN. La salida escalonada me beneficia comienzo nadando  con mi ritmo desde el primer momento, veo buzos por debajo de mí haciendo fotos, es alucinante disfruto, el nado se hacía a una sola vuelta que al final salían 4000m, a medida que avanzaba el nado el sol se elevaba y comenzaba a apretar. Viro en la primera boya, había llegado a la lejanía que veía los días anteriores, los primeros 1500m eran historia, venía ahora una recta de 2000m que se las traía pero estaba “on fire” y no iba a parar. A mitad de la recta noto como se me quitaba el gorro, me paro, me lo vuelvo a poner y seguimos hasta llegar al último viraje. ¡¡Hostia puta!! El sol cegaba y no conseguía ver la última boya seguía las estela de los que me precedían. Por fin veo la última boya y el arco de salida, piso la arena, había terminado en menos de 90min, dentro del tiempo que tenía en mente. Ahora tocaba ir a la carpa de cambio. Rafa me gritaba, tras desgañitarse, lo veo y lo saludo eufórico. Subo a cambiarme.

Pillo mi bolsa, casco, zapatos, comida… crema solar, mucha crema solar, me ponen como a Casper. Salgo a por la bici, veo a Nati, a los niños, a mi padre y Maria José; que están conmigo en cada momento. Les beso sigo eufórico me salto la bici ellos me gritan, la encuentro y salgo por la interminable calle de boxes (600m). 

Me monto en la bici le doy al GPS y ¡¡SOCORRO!! El potenciómetro no me funciona, todo entrenado y preparado para ir con la potencia adecuada, y va el hijoputa y no arranca hoy, sus muelas. Intento acoplarlo, pero nada, se acopla otro, el mío ha muerto. Era momento de sosegarse pensar y seguir a la antigua usanza por sensaciones, mi cuerpo y mis piernas sabían cómo tenían que ir. Lo tenía claro, comer, beber y pedalear con cabeza. Cada 30min comía y cada 10min bebía eso estaba mecanizado desde meses anteriores. Vientos sostenidos de 35km/h y rachas de más de 50 dirección Norte-Sur, es decir, nos daba o de frente o lateral en el 80% del recorrido, un auténtico calvario. 


Empiezo bien y en el km 40 aproximadamente me cruzo con Rubén, Manolo iría detrás pero no lo vi. Al virar en el punto de giro, el viento se vuelve insoportable, tocaba ir a 20 y con suerte, casi gasto el plato pequeño. Entro en la recta del TIMANFAYA, emoción de nuevo a flor de piel, había visto esa recta mil veces entrenando y en mis sueños la había recorrido otras mil. Viento de cara, como no, gente animando  y voy adelantando a gente hasta encontrar mi hueco. Sigo avanzando entre lava solidificada, viñas enterradas y pueblos blancos hasta llegar a Teguise. Ahí mi GPS hace un sonido y dice “Teléfono conectado”.  Mi familia está ahí, era el km 80, los veo y me emociono, hago toda la subida llorando como un niño, es algo indescriptible. Avanzo, veo a Manolo, me acerco a él y el en avituallamiento personal, donde recargo de nuevo toda la comida y las sales, lo adelanto y tiro para adelante. Venía la parte dura, la subidas del 12% con el viento en contra, guay, todo metido. Subo al mirador de Haria, adelanto a gente que lleva cabras, pero en las rectas y bajadas no tengo cuartel con ellos. Tocada la bajada, esa bajada me preocupaba eran 5 giros de 180º que me traían de cabeza, pero lo solvento bien, hemos pasado los 100km y me encuentro enterísimo, estoy disfrutando. Paso Haria ahora toca subir al Mirador del Río otro puerto con rampas superiores al 12% la gente llega tocada, me quito a otros de encima, vistas espectaculares de La Graciosa.

Una vez arriba recargo líquidos y a bajar, con viento lateral, racheado y a casi 70km/h. La pequeña badana del mono pesaba más en esos momentos. Termino mi bajada, me he quitado con solvencia la zona más dura y peligrosa. Tocaba unos km de carretera nacional “pestosa” con viento lateral algo favorable que me permitía acoplarme, podía rodar y descansar algo, seguía comiendo según lo estipulado. De nuevo a Teguise, veo a los míos otra vez km 140 sólo quedan 40, esto está aquí sigo fuerte, sigo cómodo. Sigo con el viento lateral, agarrado abajo en el manillar, cualquier despiste te lleva al suelo, vi algún carajazo que otro, y da miedo. Otra vez para el Timanfaya, viento en contra, la muerte estaba cerca, 15km/h, no va más, así 6km hasta el km 160, ese cartel me da alas, eso y que un giro de 180º hace que pueda pedalear ahora sí a 50; se aproxima Puerto del Carmen. Ya eufórico subo hasta ver la playa, esto se acababa última bajada peligrosa y llegaba a la transición. La bici había terminado con algo más de 7h, lo planeado en mi mente días antes.  Comenzaba la maratón. 

Entro en boxes, suelto la bici y otros 600m hasta la carpa de cambio, zapatillas, gorra, comida y a correr.  Al salir tenía que pasar por la zona de meta y de repente el Speaker dice mi nombre de nuevo me emociono y empiezo a llorar, veo a mi familia, los abrazo, todo bien, empieza la última batalla. 


Aparentemente todo estaba en su sitio, el ritmo era el correcto, parada a mear, y arranco de nuevo, las piernas responden, me paro en todos los avituallamientos, más que suficientes, perfectos, la gente anima, no para. Los 5km del paseo marítimo de Puerto del Carmen está lleno y todo el mundo se desvive por nosotros, es un gustazo, me han dicho aquí más veces GONZÁLVEZ que en todas mis carreras por Huelva. Reventado llego al aeropuerto, una zona muerta de 2km donde la cabeza es fundamental. Un avión aterriza justo en el momento de mi paso, es flipante. Justo a la mitad de la zona de aeropuerto hago balance de la transición, zapatillas, calcetines, gorra, comida…..y dorsal? No, dorsal no, ¡Cago en mi estampa! Años preparando esto y se me olvida ponerme el dorsal en la carrera a pie, mi cabeza entra en bucle, tengo que volver?? Llevo 6km corriendo, me descalificarán?? Sigo, veo a una jueza, le cuento la película, me da el ok, puedo seguir, mi cuerpo vuelve a su ser. Volvemos a correr, como puedo, en Playa Honda me encuentro con Rubén que incluso en carrera me da algún consejo que otro. Cruzo el páramo hasta Arrecife, km 12, viraje volvemos al punto de partida. Empiezo a alternar correr con andar en las zonas con subidas, que a mí me parecía puertos de montaña. Me cruzo con Manolo, venía bien, se me acercaba, es un tío duro. Tras 20km me encuentro con Rubén, viene acompañado de Rafa, el Rafa García que ha entrenado casi tanto como nosotros, acompañándonos, el cual pasa a acompañarme hasta llegar de nuevo a la zona de giro en meta, no sin antes pararme con mi familia, todo iba más o menos bien, reventado, corriendo y andando como un pato, pero nada nuevo. Me ponen mi pulsera azul, vamos a por las dos vueltas de 9km cada una, poco a poco las voy completando, sin pararme, siempre en movimiento, alternado pero corriendo más que andando. El cansancio y la felicidad, se repartían a partes iguales. 


Ultimo viraje pulsera roja, solo 9km del final, veo a Rubén, él va para meta, lo abrazo, va a completar su QUINTO Ironman de Lanzarote, estoy orgulloso de él, si estoy aquí es por el carvo ese. Sigo, tengo que virar al final del paseo, y lo hago. 4,5km y lo tengo, justo antes veo a Manolo, que ya me había adelantado, él va para meta, otro abrazo. Él va a terminar su TERCERO, este es un tío durísimo, un crack master 50. Rafa me anima, voy hablando con él, y se me han pasado los km poco a poco pero terminando, se encienden las farolas del paseo, veo la meta de lejos. Esto se acaba, últimos metros, la euforia me hace apretar, corro por debajo de 4 min/km después de todo el día. Saludo a toda mi familia, piso la alfombra IM, levanto los brazos, escucho mi nombre, GONZALVEZ, MANUEL JESUS GONZALVEZ, cruzo la meta en menos de 14h,  ya soy un IRONMAN he conseguido completar mi PRIMER IM, el de Lanzarote, y encima en el tiempo que me había imaginado en mis mejores sueños. De nuevo lloro, abrazo a Rubén que me espera en meta. No puedo pensar, estoy en una nube. 



Para llegar aquí han pasado algunos años, desde que me picó el gusanillo del multideporte allá por el 2015. Antes no había corrido nada, D. Rubén Pérez Álvarez tiene la culpa. Hacer el IM me ha puesto a prueba, he tenido que ser constante, incisivo e implacable con los entrenamientos de Adrián Ruano, con los cuales, creo que no habría aprendido a conocerme a los niveles que me he conocido, y no sé si hubiese llegado a terminar, pero para nada con la solvencia que he llegado, no me cabe duda. Es el mejor en lo que hace. 

También me tengo que acordar de todos los amigos que me han acompañado en muchos de mis entrenos, empezando por Rafa García que ha sido un pilar importante en mi preparación y de todas las recomendaciones nutricionales que me ha dado Dani Dueñas y que me han dado un extra de gasolina que me ha venido de perlas, pero aún sigo meando rojo.  ¡GRACIAS A TODOS!


He tenido que aprender a hacer ingeniería del tiempo, sacando de donde podía, entrenando de noche, lloviendo, en mis descansos para desayunar, con ganas y sin ganas, mejores entrenos y peores, pero siempre entrenando. He intentado no dejar de ser padre, marido e hijo, y espero haberlo conseguido. Pero es mi familia, la que me ha apoyado en todo, su comprensión y complicidad han sido fundamentales para conseguirlo, y ahora me toca devolverles todo lo que me han dado. 

Cierro un ciclo, para comenzar otro, seguiré compitiendo en las competiciones locales, pero ahora toca saborear y disfrutar de lo conseguido. Del sueño cumplido. Hasta la próxima crónica…. nada, pedalea y corre!

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